
Recientemente, leí este artículo que me ha gustado mucho. Habla sobre la adicción a vivir con prisas, Esto, lo único que nos provoca es infelicidad, y por nuestro modo de vida, cuesta bastante salir de esta adicción.
Ahora que estamos de vacaciones, es la época perfecta para reflexionar, y practicar lo que nos propone el autor.
Hay un pequeño párrafo del artículo que me ha encantado:
«Si no tiene tiempo de hablar con su pareja, de jugar y reír con sus hijos, ¿qué relación espera tener? Si en general dedicamos más tiempo a mirar la tele que a mirarnos a los ojos, ¿espera que la pasión se instale en su vida?»
Aquí, el artículo:
Debemos aprender de nuevo la lentitud (redactado por Victor Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet)
Entrevista a Carl Honoré, historiador, padre del movimiento ‘slow’.
Tengo 45 años. Escocés, vivo en Canadá. Casado, dos hijos. Licenciado en Historia Moderna, vivo de mis libros, conferencias y artículos. Gracias a la crisis estamos en tiempo de reflexión, de forjar un modelo nuevo más sostenible y solidario, menos superficial. Creo en la humanidad.
Hace una década publicó Elogio a la lentitud, un superventas internacional que se convirtió en el manifiesto del movimiento slow y que dio origen a un sinfín de movimientos: desde la comida lenta, las ciudades lentas o el sexo lento hasta el club de la pereza, en Japón. Ahora, con La lentitud como método (RBA) quiere pasar de la filosofía y los estudios científicos y sociales a ofrecer herramientas para ser eficaz y vivir mejor en un mundo veloz. La gran revolución del siglo XXI será pasar de hacer las cosas lo más rentable y rápido posible a hacerlas lo mejor posible y pensando a largo plazo; y es aplicable a todo: planeta, política, trabajo, salud, relaciones, sexo…
¿Por qué se puso a investigar sobre el tiempo?
Fue un momento epifánico: una noche, a la hora de la lectura del cuento, mi hijo pequeño me preguntó: “Papá, ¿por qué esta vez sólo hay tres enanitos?”.
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